Diseño de futuros: Conviértete en un Hacker

Cuando se escucha el término hacker es imposible evitar asociarlo a “pirata informático”, violador de computadoras, cracker o simplemente a todos aquellos que les gusta poner en aprietos a gobiernos, empresas y personas.
Más allá de la reputación que se ganaron o de la mala prensa que le hicieron, los hackers, como concepto, van mucho más allá del arquetipo que refiere a personas mal intencionadas que acceden a sistemas para robar información —y hasta tarjetas de crédito—. Justamente, la historia de la computación está plagada de referencias a los hackers, que van desde los primeros equipos enormes, el desarrollo de la PC o la irrupción de la web.
Por otro lado están los crackers, con algunas características similares a los anteriores, pero que la mayoría de las veces persiguen un beneficio económico, reconocimiento personal o profesional o, en el peor de los casos, hacer daño por puro placer, situaciones todas que plantean un abismo enorme entre uno y otro grupo.
 La confusión terminó siendo aceptada y se popularizó en los últimos años, situación que evidentemente contrasta con el grupo de personas que imagina el mundo con ojos distintos y que indudablemente fueron responsables de modificar las cosas hasta llegar a lo que actualmente conocemos. Más adelante se describirá cómo esta comunidad fue responsable del lanzamiento del movimiento de software libre, al igual que de las ideas que impregnaron la World Wide Web e internet, todas creaciones hackers.
Para entender la motivación que llevó a los pioneros a desarrollar esas enormes computadoras es clave entender el concepto de hacker, un término que parece tener múltiples acepciones y otros tantos orígenes posibles. “El hackeo podría ser caracterizado como una aplicación adecuada del ingenio, ya sea que se trate de un trabajo de collage rápido y sucio, o una obra de arte cuidadosamente elaborada, en ambos casos hay que admirar la astucia que la invadió”.[i] En primera instancia un hacker es una persona curiosa, que le gusta investigar más allá de lo normal, alguien apasionado de la tecnología, una persona con un profundo conocimiento de los sistemas de cómputo, capaz de encontrar fallas o vulnerabilidades en sistemas y explotarlas, pero todo esto de forma ética.        
Los hackers buscan mejorar la tecnología y se preocupan por dar a conocer fallas o situaciones con las que no están de acuerdo, también les gusta resolver problemas y muchas veces quieren compartir las soluciones con sus colegas, ya que el reconocimiento de sus pares es sumamente importante para ellos. Según el diccionario de los hackers:[ii] “Se trata de todo individuo que se dedica a programar de forma entusiasta y que considera que poner la información al alcance de todos constituye un aporte extraordinario al bien común.[iii] De acuerdo a Eric S. Raymond (n. 1954), actual responsable de los Jargon Files (también conocidos como The New Hacker’s Dictionary), “el motivo principal que tienen estas personas para crear software en su tiempo libre y después distribuirlos de manera gratuita, es ser reconocidos por sus colegas”.[iv]
Hacker luego pasó a utilizarse como “el uso del intelecto para realizar algo poco convencional” o “divertirse con el ingenio para hacer algo importante”. En el contexto de este libro, hacker es alguien a quien le apasiona el conocimiento, que le gusta descubrir o aprender cosas nuevas, entender el funcionamiento de casi todo, e intervenir máquinas y dispositivos tecnológicos para mejorarlos o conseguir algo diferente.        
 Algunos creen que la expresión hacker proviene de la acción que realizaban los técnicos ferroviarios cuando no les quedaba más remedio que agarrar las cajas metálicas a golpes secos para arreglarlas (hack), solución poco formal, pero efectiva, con la que conseguían en ciertas ocasiones resolver una situación determinada. Otra versión tiene más que ver con el mundo académico.
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En 1961, el MIT adquirió una microcomputadora PDP-1, que llamó la atención de un grupo de estudiantes miembros del Tech Model Railroad Club (TMRC). Debido a que el proceso de encendido de la computadora tardaba mucho tiempo, la dejaban prendida toda la noche, situación que aprovechaban los miembros del TMRC para experimentar con ella. Uno de los logros más famosos de estos experimentos fue la creación del videojuego Spacewar. Con el tiempo, algunos miembros del TMRC se convirtieron en parte del equipo del Laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT y arrastraron la tradición de jugarse bromas inocentes y creativas entre ellos, a las cuales llamaban hacks, por lo que con el tiempo se comenzaron a llamar entre ellos hackers.[v] Muchos se preguntarán por qué los jóvenes son tan fanáticos de realizar videos de bromas que suben en las redes sociales; se trata de una genuina manifestación de su genética hacker —salvo que sus antecesores de hace sesenta años no tenían YouTube para compartir sus ocurrencias—. Steve Levy presenta este proceso evolutivo de los hackers en su libro Hackers, héroes de la revolución de las computadoras.[vi]
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El TMRC comenzó como una organización estudiantil en el MIT y evolucionó hasta convertirse en uno de los clubes de trenes a escala más famosos del mundo. En ese espacio lúdico y de experimentación surgió buena parte de la cultura hacker, muchos de cuyos miembros imaginaron un mundo distinto al que les tocó vivir y comenzaron a construirlo. Actualmente, en el TMRC utilizan el término hacker solo en su sentido original: “alguien que aplica el ingenio para crear un resultado inteligente”. En esas circunstancias, hackeo (hacking) involucra una intervención que se realiza de forma más o menos rápida y original, que en un principio puede parecer poco elegante y formal, pero que resulta efectiva. Sin embargo, los hackers logran su objetivo sin cambiar significativamente el diseño del elemento original, no porque no puedan hacerlo, sino porque quieren aprovechar los beneficios intrínsecos del producto y el esfuerzo realizado por el innovador que lo desarrolló originalmente. Cuando un hacker usa elementos de alguien más y los aprovecha, en realidad está haciendo un reconocimiento implícito al creador que le dio origen. A los verdaderos hackers (true hackers, como ellos mismos se autodenominaron tiempo más tarde) los guía una ética claramente definida,[vii] que muchos consideran que contrasta con la ética protestante.
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En este sentido, la ética hacker es una nueva moral que desafía la ética protestante del trabajo, tal como la expuso hace casi un siglo el filósofo, economista, jurista, historiador, politólogo y sociólogo alemán Max Weber (1864-1920), considerado uno de los fundadores del estudio moderno de la sociología y la administración pública. Weber expuso la ética protestante del trabajo primero en una serie de ensayos, que luego fueron compilados en el libro La ética protestante y el espíritu del capitalismo.[viii] Está fundada en el trabajo diligente, la aceptación de la rutina, el valor del dinero y la preocupación por los resultados: “Los católicos participan también, en menor proporción, en las capas más ilustradas del elemento trabajador de la gran industria moderna. Es un hecho conocido que la fábrica nutre las filas de sus trabajadores más preparados, como elementos procedentes del pequeño taller, en el cual se forman profesionalmente y del que se apartan una vez formados; pero esto se da en mucha mayor medida en el elemento protestante que en el católico, porque los católicos, demuestran una inclinación mucho más fuerte a seguir en el oficio, en el que suelen alcanzar el grado de maestros, mientras que los protestantes se lanzan en un número mucho mayor a la fábrica, en la que escalan los puestos superiores del proletariado ilustrado y de la burocracia industrial”.
El libro de Weber no debe verse como un estudio detallado del protestantismo, sino como un estudio de la significación del modo de vida protestante para la cultura, y en especial de cómo influyó en la constitución del espíritu capitalista. Weber define este espíritu como “aquellos hábitos e ideas que favorecen el comportamiento racional para alcanzar el éxito económico según una maximización del rendimiento y una minimización de todo gasto innecesario”. Este espíritu nació bajo una forma religiosa, según la cual se considera al éxito como marca de la elección divina y glorificación a Dios, pero luego fue progresivamente desprendiéndose de esa motivación religiosa en un continuo proceso de secularización.
En oposición a la moral presentada por Weber, la ética del trabajo para el hacker se fundamenta en el valor que le asigna a la creatividad, y consiste en la combinación de la pasión con la libertad. El dinero deja de ser un valor en sí mismo y el beneficio se centra en metas como el valor social y el libre acceso a la información y al conocimiento, la transparencia y la franqueza.[ix]
El TMRC se formó en 1946 a partir de los trenes HO (escala uno en ochenta y siete), uno de los modelos con funcionamiento automático más populares. La primera reunión de este grupo fue organizada por el físico nuclear norteamericano, egresado del MIT y doctor por Columbia, John Fitzallen Moore (n. 1928),[x] y por el escritor estadounidense de ciencia ficción Walter Marvin Jr. (1903-1996),[xi] y operó en el tercer piso del edificio veinte del MIT, un lugar “temporal” algunas veces llamado Plywood Place, y que había sido el hogar del Laboratorio de Radiación durante la Segunda Guerra Mundial. Los miembros del club compartían su pasión por descubrir cómo funcionaban las cosas, que luego gustaban intervenir para mejorarlas, o aplicarlas a usos que originalmente no estaban contemplados. Actualmente existe una corriente mundial orientada a la recreación del espíritu original del TMRC, en espacios de cocreación y experimentación llamados Hacker SpacesMaker Spaces o incluso Clubes de Hobbistas.
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Se trata de entornos en donde la innovación y el emprendimiento dan rienda suelta a la inventiva, en espacios libres y cooperativos, una especie de gimnasio pero para las ideas. Los Hacker Spaces son un punto de intersección entre el hardware, el software y la inventiva humana. Allí pueden encontrarse impresoras 3D, cortadoras láser, máquinas de control numérico (CNC), extrusoras, inyectoras, pero también soldadoras y computadoras para modelado de objetos. No se trata simplemente de reunir juguetes para adultos: lo más importante de un Hacker Space son las personas que lo visitan, aprenden y se comprometen en desarrollar ideas, un tanto locas, pero revolucionarias y desafiantes. En gran parte, se trata de entornos bastante informales, donde no existen las jerarquías, y en donde la colaboración y la cocreación entre los miembros son actitudes fuertemente promovidas por los organizadores del espacio, especialmente en las actividades y los proyectos que allí se llevan a cabo. Para tener una mejor idea de lo que es un Maker Space es muy recomendable leer el libro de Chris Anderson: Makers: La nueva revolución industrial [xii] y la novela de Cory Doctorow Makers,[xiii] en la que el autor visualiza un futuro cercano donde la realidad de los negocios hace que dos iconos del mercado, Kodak y Energizer, se fusionen para salvarse de una agonía devastadora, y con ello dan lugar a la creación de un Maker Space global. Doctorow caracteriza a los hackers como “personas que hackean el hardware, modelos de negocio y estilos de vida, para descubrir maneras de mantenerse vivos y felices, incluso cuando la economía cae en el inodoro”.
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Dos de los primeros miembros clave del TMRC eran por un lado el científico y profesor emérito de ciencias de la computación e ingeniería del MIT, el doctor Jack Dennis, y el científico de la computación del MIT y pionero en la arquitectura de software Peter Samson, responsable de compilar la primera versión del Diccionario de la Lengua TMRC (1959),[xiv] documento predecesor de lo que más adelante fue el Jargon File, todo un documento fundacional de los hackers. También se le atribuye a Samson haber acuñado el mantra hacker “la información debe ser libre”,[xv] toda una declaración de los principios hacker que se entrecruzan con el movimiento ciberpunk —y que juntos se potenciaron en el tiempo—. Stewart Brand modificó parcialmente la idea de Samson en una conferencia hacker (1984) cuando presentó la idea de que “la información quiere ser libre”, donde la frase completa fue: “por un lado la información quiere ser cara, porque es muy valiosa, la información correcta en el lugar correcto simplemente te cambia la vida. Por otro lado, la información quiere ser libre, porque el costo de generarla es cada vez menor y ese costo baja constantemente”, así que nos enfrentamos a esta tensión: por un lado la información es cara y por el otro libre, un planteo profético de lo que se vendría más adelante en la puja entre una web libre y gratuita, y los canales dedicados —y propietarios— de las aplicaciones, en la que desaparece el navegador, y con ello, las opciones de libre movimiento entre sitios y contenidos. Como dicen Anderson y Wolff en una nota publicada en Wired: “Dos décadas después de su nacimiento, la World Wide Web está en declive; a medida que los servicios se vuelven más finos y elegantes, las aplicaciones son menos acerca del buscar y más sobre el conseguir”. En la nota, Anderson explica cómo este nuevo paradigma refleja el curso inevitable del capitalismo, y Wolff detalla que la nueva generación de los “titanes” de los medios renuncian a la web para acceder a pastos más prometedores (y rentables).[xvi]
Volviendo por un momento al movimiento ciberpunk, es preciso describir, al menos brevemente, a algunos de sus exponentes más destacados o ruidosos, al menos para la realidad contemporánea. Se trata de personajes como Julian Assange (n. 1971) o el mismo Edgar Snowden (n. 1983). En el caso del primero, su operación Wikileaks intervino la realidad de una manera casi desconocida hasta el momento, cuando destapó algunos de los documentos más celosamente guardados por los gobiernos de todas las latitudes durante los últimos cincuenta años, y de un plumazo compartió los secretos del poder, hasta inundar la realidad cotidiana, con la vulnerabilidad de los datos a todo nivel. ¿Robo de información?, ¿traición a la patria?, ¿primeros héroes digitales? Para muchos se trata de Robin Hood modernos, pero de los datos. Sin embargo, lo destacable aquí es que los hackers han desarrollado una ética que está manifiestamente enfrentada con muchos de los valores capitalistas o , como ya se comentó, con la ética protestante de los negocios”. Esta tensión se está haciendo cada vez más grande y evidente, y el desenlace se presenta todavía abierto.
El movimiento hacker surgió en algunas universidades de Estados Unidos y consistió, en un primer momento, en un colectivo de personas interesadas en desarrollar ideas no convencionales y con fuerte impacto en la realidad, como en el caso del TMRC. Se trataba de científicos e ingenieros, aunque a medida que fueron pasando los años, el espacio se volvió el Olimpo de los amantes de la programación, ya que los modelos de trenes a escala fueron metáforas precursoras de la teoría de la decisión y control, aplicación práctica de la lógica booleana y la programación, y ¿por qué no?, de la idea misma de computadora.
Muchos de los que participaban en el TMRC compartían la pasión, primero, por el desarrollo de las computadoras, y luego por integrarlas a todos los aspectos de la vida cotidiana. Hubo otros ejemplos más allá del TMRC, como fue el caso más tardío del Club de Hobbistas de la década de 1970, especialmente en el Homebrew Computer Club, en los tiempos en los que se desarrolló la computadora personal, y últimamente con los Maker Spaces que intentan generalizar estas ideas y volverlas populares.
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 En su apasionante libro Hackers: Héroes of the Computer Revolution (1984), Steven Levy describe la filosofía hacker a partir de sus principales exponentes, personajes y desarrollos, además de describir los hechos más destacados que definieron tanto la cultura como la ética que los representa. Se trata de un texto que abarca el recorrido que va desde los primeros científicos computacionales que trabajaron en el MIT en las primeras computadoras, y que son recordados como true hackers o “hackers verdaderos”, hasta los desarrolladores de las primeras computadoras personales y videojuegos, a los que más tarde se les conoció como hardware hackers, o “hackers de equipos”.
En el primer grupo se puede mencionar a Seymour Cray y Joseph Carl Robnett Licklider, y entre los segundos a John Draper (más conocido como Captain Crunch) y Steve Wozniak —el socio de Jobs en Apple—, por hablar de algunos de los referentes más populares de ambos grupos. Entre los aspectos clave de la filosofía hacker presentados por Levy destacan los seis principios rectores: primero: el acceso a las computadoras —y a todo aquello que pueda enseñar algo sobre la forma en que funciona el mundo— debiera ser ilimitado y total, y es imperativo que se le pueda echar la mano encima para modificarlo (hackearlo), jugar con él y reutilizarlo; segundo: toda la información debería ser libre; tercero: hay que desconfiar de la autoridad, promover la descentralización; cuarto: los hackers deben ser evaluados por sus intervenciones (hacking)esto es por lo que hacen, no por falsos criterios como títulos universitarios, edad, raza o posición; cinco: se puede crear arte y belleza con una computadora; seis: las computadoras pueden cambiar la vida para mejor. TED es un gran ejemplo de todos estos principios, especialmente su slogan: “ideas para cambiar al mundo”, una meta que se volvería mantra en la segunda década del siglo XXI.[xvii]
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La ética hacker promueve el desarrollo de tareas que tienden al bien común. Para John Katz,[xviii] en su también muy popular libro The Hacker Ethic (2001), “La ética hacker es una de las ideas políticas y sistema de valores más significativos de la historia. Los hackers son los nuevos guerreros, exploradores, guerrilleros y aventureros de la era digital; verdaderos arquitectos de la nueva economía. En oportunidades demonizados y a menudo mal entendidos, desde hace más de cincuenta años vienen cambiando el mundo y la manera en que este funciona y su transformación del mundo parece recién estar comenzando ”.[xix]
 Los hackers se vieron obligados a crear muchas de sus invenciones, y hasta campos de acción completos y sus herramientas; se puede afirmar que crecieron a la par de la tecnología que ellos mismos fueron desarrollando. Los primeros expertos provenían de carreras duras como matemáticas, física o ingeniería, y programaban en lenguaje Ensamblador, Fortran y más tarde el Lisp, hoy reliquias del museo de la programación pero que fueron claves para lo que sucedió años más tarde.
Tal vez este texto, extraído de Homo Singularis, mi libro, sirva como una pequeña introducción respecto de alguna de las capacidades que debamos desarrollar para enfrentar el futuro de manera más eficiente, frente a las grandes oportunidades y grandes desafíos del mundo digital.

Notas:
[i] “The Meaning of ‘Hack”, The Jargon File. Appendix A. Hacker Folklore. Recuperado de http://catb.org/jargon/html/meaning-of-hack.html.
[ii] The Jargon File, version 4.4.8. Recuperado de http://catb.org/jargon/html/index.html.
[iii] Himanen, Pekka. (2002). La ética del hacker y el espíritu de la era de la información. Ediciones Destino. La primera edición de este libro se titula The Hacker Ethic and the Spirit of the Information Age, y se publicó un año antes.
[iv] Raymond, Eric. (2003). The Art of UNIX Programming. Boston, EE. UU.: Pearson Education, p. 87. 
[v] Raymond, Eric. (2003). The Art of UNIX Programming. Boston, EE. UU.: Pearson Education, pp. 87-91. 
[vi] Levy, Steven. (1984). Hackers: Heroes of the Computer Revolution. Nueva York, EE.UU.: Dell Publishing.
[vii] “Hackers”, tmrc. The Tech Model Railroad Club of MIT. Recuperado de http://tmrc.mit.edu/hackers-ref.html.
[viii] El texto original alemán, Die protestantische Ethik und der Geist des Kapitalismus, vio la luz por primera vez en 1905 en la revista Archiv für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik.
[ix] Himanen, Pekka. (2002). La ética del hacker y el espíritu de la era de la información. Ediciones Destino.
[x] National Aeronautics and Space Administration Goddard Institute for Space Studies.
[xi] Walter Miller Jr. publicó en 1960 Cántico por Leibowitz, por la que recibió en 1961 el Premio Hugo. Es su obra cumbre y la única novela que publicó en vida, ya que la otra, San Leibowitz y La mujer caballo salvaje, apareció en 1997, un año después de la muerte de su autor. Ambas obras reflejan una visión pesimista de la humanidad en el que las culturas pasan por un ciclo de vida de nacimiento y decadencia. También fue un escritor prolífico de cuentos.
[xii] Anderson, Chris. (2013). Makers: The New Industrial Revolution. Reino Unido: Random House Business.
[xiii] Doctorow, Cory. (2009). Makers. Disponible para su descarga gratuita en el sitio web del autor, en https://craphound.com/makers/download/
[xiv] Samson, Peter. (1959). TMRC Dictionary. Esta versión original de 1959 está disponible en línea en la página web del autor, en http://www.gricer.com/tmrc/tmrc-dictionary-intro.html.
[xv] Levy, Steven. (1984). Hackers: Heroes of the Computer Revolution. Nueva York, EE.UU.: Dell Publishing.
[xvi] Anderson, Chris & Wolff, Michael. (17 de agosto de 2010). “The Web is dead: long live to the Internet”, Wired Magazine.
[xvii] Levy, Steven. (1984). Hackers: Heroes of the Computer Revolution. Nueva York, EE.UU.: Dell Publishing.
[xviii] John Katz es columnista de slashdog.org y autor del libro Geeks: cómo dos chicos perdidos en Idaho montaron internet.
[xix] Himanen, Pekka. (2001). The Hacker Ethic: A Radical Approach to the Philosophy of Business. Random House.

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