¿Es una posibilidad real el gobierno abierto?



El surgimiento de las redes sociales permiten a los ciudadanos, difundir sus ideas y propuestas, y relacionarse con sus pares. Además de ofrecer oportunidades de interacción a

jóvenes y adolescentes han proyectado también a la primera línea a millones de ciudadanos que quieren y pueden modelar sus propias vidas y que se agrupan libremente en redes que no son orgánicas ni jerarquizadas, sino distribuidas.


La conciencia de creciente influencia de los ciudadanos y las respuestas de los gobiernos a estas demandas hacen crecer la blogosfera política y de lo público en número y en calidad, y acercan a esos a la política con nuevos términos de relación, que no se traducen necesariamente en la afiliación tradicional a algún partido politico. Pero, no lo olvidemos, el lugar de la ciberpolítica no es un espacio propio ni diferente; bien al contrario, comparte la arena política con otros poderes políticos, sean públicos o sociales, lo que abre escenarios de influencia y de cooperación.

En esa dirección, el constante avance tecnológico está ya haciendo posible y creíble una política de gobierno abierto. El objetivo es hacer accesible a los ciudadanos, en formatos compatibles y procesables por el usuario, la ingente cantidad de información de las administraciones (data.gov en Estados Unidos, data.gov.uk en Reino Unido o Irekia en el País Vasco).

El gobierno abierto exige, además de una visión y una acción integradas desde los gobiernos, una nueva cultura de lo público cuyo objetivo central es implicar al ciudadano en la gestión y, en particular, en la construcción y evaluación de las políticas. Ese cambio cultural, para que sea real y efectivo, no puede quedarse en la epidermis del gobierno, sino que debe extenderse y transformar al conjunto de las administraciones, en todos los ámbitos.

*Extracto de una nota de Rafael Estrella Embajador de Argentina en España para La Nación

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