Unir políticamente lo culturalmente diverso
Este va a ser un post distinto, no va a ser técnico, sino político, por que aunque técnico, me siento un bicho político, y porque momentos como estos, las "fiestas", no importa mucho si la publicidad digital esta en suba o en baja, si los publicistas tradicionales se van a bajar del pedestal y entender esta nueva forma de relacionarse con la gente o si las redes sociales van a ser rentables y pueden ayudar a la marca o no. Lo importante es saber si tenemos futuro como sociedad, y eso, creo, que es aplicable desde México a la Argentina.
Esto se trata de otro tipo de redes sociales, de gente conectandose con gente. Por que pese que contamos cada vez más con tecnología espacial en nuestras manos, la gente se siente cada vez más sola, dividida y angustiada. A pesar que tenemos miles de amigos en Facebook distribuidos en puntos distantes del planeta, en Latinoamerica todavía hay profundas lineas divisorias entre la gente que no tiene esperanza y los que "parecen" tenerlas todas y que poco a poco se comienzan a dar cuenta que si no cambiamos, no hay esperanza para nadie.
Mas allá de las muertes en Ciudad Juarez o la muerte del capo de la droga Beltran Leyva y la irracional venganza de sus secuaces matando a toda la inocente familia del marino que murió en el enfrentamiento -esto en México- o de la inseguridad y el descontento crecientes en las calles de Argentina, nuestro sub continente esta sumido en la desesperación y el desánimo.
Les voy a compartir una historia que sucedió en Buenos Aires, en uno de los lugares mas aristocráticos de la ciudad, la Recoleta, en una de las calles mas refinadas del sub-contienente, la Avenida Alvear. Los personajes: Héctor Guillermo Bullrich, descendiente de una de las familias mas tradicionales de Argentina (para los que lo conocen, los creadores -entre otras cosas- de lo que se llama hoy como Patio Bullrich), la crème de la crème porteña, el otro, un piquetero que poco a poco se va ganando el respeto de muchos argentinos que antes lo miraban con desconfianza, un tipo que busca por uno y otro lado conseguir que nos demos cuenta que si seguimos haciendo las cosas como las estamos haciendo, no vamos a llegar a ninguna parte, su nombre es Raúl Castells. Esta es la nota que salió hoy en La Nación y que vale muchísimo la pena leer, al menos, a mi me movilizó muchísimo, y me dio muchísimas ganas de participar, de hacer algo mas de lo que estoy haciendo. Ojalá les sirva para algo. Saludos. Nestor
Para ver la nota de La Nación hacer click aquí.
Esto se trata de otro tipo de redes sociales, de gente conectandose con gente. Por que pese que contamos cada vez más con tecnología espacial en nuestras manos, la gente se siente cada vez más sola, dividida y angustiada. A pesar que tenemos miles de amigos en Facebook distribuidos en puntos distantes del planeta, en Latinoamerica todavía hay profundas lineas divisorias entre la gente que no tiene esperanza y los que "parecen" tenerlas todas y que poco a poco se comienzan a dar cuenta que si no cambiamos, no hay esperanza para nadie.
Mas allá de las muertes en Ciudad Juarez o la muerte del capo de la droga Beltran Leyva y la irracional venganza de sus secuaces matando a toda la inocente familia del marino que murió en el enfrentamiento -esto en México- o de la inseguridad y el descontento crecientes en las calles de Argentina, nuestro sub continente esta sumido en la desesperación y el desánimo.
Les voy a compartir una historia que sucedió en Buenos Aires, en uno de los lugares mas aristocráticos de la ciudad, la Recoleta, en una de las calles mas refinadas del sub-contienente, la Avenida Alvear. Los personajes: Héctor Guillermo Bullrich, descendiente de una de las familias mas tradicionales de Argentina (para los que lo conocen, los creadores -entre otras cosas- de lo que se llama hoy como Patio Bullrich), la crème de la crème porteña, el otro, un piquetero que poco a poco se va ganando el respeto de muchos argentinos que antes lo miraban con desconfianza, un tipo que busca por uno y otro lado conseguir que nos demos cuenta que si seguimos haciendo las cosas como las estamos haciendo, no vamos a llegar a ninguna parte, su nombre es Raúl Castells. Esta es la nota que salió hoy en La Nación y que vale muchísimo la pena leer, al menos, a mi me movilizó muchísimo, y me dio muchísimas ganas de participar, de hacer algo mas de lo que estoy haciendo. Ojalá les sirva para algo. Saludos. Nestor
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