Substance: 4 puntos a discusión sobre performance Marketing

Como ya he comentado antes, no tengo nada en contra del llamado performance marketing. Pero me sigue preocupando que haya personas (agencias, medios, anunciantes) que lo defienden a capa y espada, como si fuera lo único que puede dar resultados cuantificables. Me preocupa particularmente que se asocie a Internet con esta modalidad, porque eso está retrasando su entendimiento (y crecimiento) como vehículo de marketing y publicidad.

A continuación, cuatro puntos para considerar y discutir sobre performance marketing:

Es cortoplacista. Al estar enfocado en clicks y conversiones, toda la atención, y la evaluación de desempeño, se ocupa solamente de los efectos inmediatos… y se desentiende de los de largo plazo. La publicidad en general tiene pocos efectos en el corto plazo, pero sus efectos de largo plazo son sustanciales, como apunta Dimitri Maex en este post. Y como dice Al Ries, es mala idea golpear la marca durante una recesión para obtener ganancias de corto plazo.

Valora demasiado al último click. Aún cuando todo mundo intuye que el último click (en un enlace patrocinado de resultado de búsqueda, o en un banner, por ejemplo) no es el único responsable del éxito —incluso en una campaña de respuesta directa— se tiende a valorarlo en forma desproporcionada, sin entender claramente cuál es la contribución de los demás estímulos a los que está expuesta la audiencia. Uno de los trabajos interesantes que hay para entender mejor esto, es el engagement mapping del Atlas Institute. Por cierto que Esco Strong, una persona clave de este instituto, dará una conferencia en IAB Conecta, este próximo jueves 24 23 de julio. Una razón más para no perderse este congreso.

Asume que el trabajo de construcción de marca lo hace algún otro medio. El éxito de este tipo de campañas descansa, en buena medida, en el conocimiento y la actitud que la audiencia tiene hacia la marca. Una campaña de performance cosecha lo que las demás acciones de la marca han sembrado. Pero si consideramos que el consumo de medios se está alterando radicalmente, es muy probable que la audiencia ya no esté siendo expuesta a los mensajes de construcción de marca en otros medios (en el caso menos grave, su frecuencia de exposición se ha disminuido, y por ende el efecto), lo cual está creando una situación que en el mediano plazo se irá agravando: las cosechas serán cada vez menores. A menos, claro, que sembremos en el medio en donde está (y estará cada vez más) nuestra audiencia; es decir, que usemos los medios interactivos para construir marca.

El problema es la definición misma de performance. La noción de que la contribución de todas las acciones de la marca pueda ser cuantificable, y que se tomen decisiones de asignación de presupuestos en función de esta contribución, me parece completamente racional y deseable. Por desgracia, es muy difícil (y probablemente incosteable) llegar al nivel de precisión que se requiere para esto. Hay gente que dice que esto ni siquiera es realmente deseable (Al Ries, de nuevo, en un artículo muy criticado por unos y celebrado por otros, donde introduce una metáfora interesante: Advertising as Insurance).

En cualquiera de los casos, nuestro problema actual es que sólo entendemos performance como clicks, conversiones, CPAs. Pero también se puede medir el efecto de una campaña de branding. Si el objetivo de una campaña es, por ejemplo, aumentar el conocimiento de marca en 10 puntos porcentuales en el 80% de la audiencia meta, entonces el desempeño, el performance de la campaña es perfectamente medible.

La siguiente pregunta es, ¿Se puede estructurar una compensación para la agencia, para los medios, en función a estos resultados? Yo pienso que sí, pero como industria aún no estamos acostumbrados a pensar en esos términos.

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Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Ya que son 4 puntos a discusión, discutámoslos:
1. Sobre el cortoplacismo: sin dudas, los beneficios estables a largo plazo son un objetivo estratégico que debe estar por sobre los beneficios a corto plazo. Pero esto no significa que esté mal que a cada campaña se le exija un resultado medible. A veces se tolerará un resultado negativo, pero siempre en función de tener uno positivo en un plazo razonable. Si no, ¿para qué hacemos operaciones de marketing? El llamado "valor de la marca" es en realidad lo que los valuadores de empresas denominan "goodwill" o "valor de llave" (esto último en los comercios), es decir ni más ni menos que el potencial de realización de beneficios a largo plazo (de hecho, el "valor vitalicio" de la marca). Y eso, ¿de qué está hecho? De ganancias, de resultados, de ventas.
En otro comentario separado, sigo con el segundo punto.
Anónimo ha dicho que…
2. ¿Cómo no valorar "el último click"? ¿Para qué flirtear con una chica? ¿Nos gusta el camino, o buscamos llegar a algún lado? Cita del famoso e inolvidable David Ogilvy: "we sell, or else". Si admitimos que alguna acción táctica de marketing termine en algo que no sea una venta, debería suceder teniendo claros cuáles son los siguientes pasos hacia el final. Por lo menos, saber cuánto dinero podemos poner en conseguir ese paso, en función de la "tasa de conversión" que sabemos o al menos imaginamos (si no hay historia) en los pasos posteriores. Si no apuntamos a vender más, a corto o largo plazo, estamos errando la definición de marketing. Vender implica que alguien ha reconocido que nuestra oferta satisface una necesidad suya, que puede haber estado expresa o solo latente hasta ese momento. Vender es satisfacer, y no solo al comprador sino también a los otros stakeholders: empleados, accionistas y proveedores. Si la empresa no satisface, no gana, y si no gana, no satisface. Pero la satisfacción es el objetivo principal, inicial, en este equilibrio de condiciones necesarias pero no suficientes. TODO lo que hacemos está en función del "último click", por lo cual éste nunca puede ser sobrevalorado. El "todo" sin dudas incluye acciones que no tienen como objetivo inmediato una venta, pero defender el branding sin relacionarlo con un efecto medible en ventas sería instalarlo como un fin en sí mismo... y eso es lo que viene haciendo el mainstream de marketing desde hace décadas. Claro, era lo que había que hacer cuando el mercado de post-postguerra dejó de comprar cualquier cosa y empezó a elegir, había aún una buena concentración de medios y no había tecnologías de medición. Había que disparar al bosque en penumbra para matar una pequeña presa... pero, ¿ahora? ¿Tiene sentido seguir pensando en entrometernos en la vida de las personas disparando una andanada de shrapnel en medio de su living? ¿Y, para peor, sin saber qué probabilidad tenemos de convertir en un pedazo de venta cada kilo de shrapnel lanzado? ¡Qué inversión de riesgo! Se me ocurre que es más rentable la ruleta o el blackjack, porque al menos en ellos podemos calcular las probabilidades.
Anónimo ha dicho que…
3. Aún admitiendo que el grado de recordación de marca está correlacionado positivamente con el nivel de ventas, ¿por qué pensar que unos medios son para construcción de marcaa y otros no? Como dijo Don Schultz allá por 1991: "todo lo que hacemos en marketing es comunicación, toda comunicación es marketing". Y yo me atrevo a agregar que también, frecuentemente, es comunicación lo que DEJAMOS de hacer en marketing. Ningún medio es gestor monopólico del branding. El branding significa obtener recordación calificada (es decir, con atributos) de marca (ojo: de marca, no publicitaria) en una proporción relevante del segmento objetivo (target). Los métodos de predicción de awareness de las centrales de medios exigen TV abierta para sus evaluaciones, porque es el único medio con cobertura suficiente como para medir algún grado de conocimiento de marca en una muestra de las usuales en las herramientas de tracking (EGM, TGI), que en el mejor de los casos no superan las 15.000 entrevistas, y eso ha conducido a muchos a creer que el medio de construcción de marca es la TV. Gran error. Si soy un operador B2B y mi mercado potencial son 200 empresas consumidoras de mis insumos, usaré a mis vendedores, el mailing físico, el website, el e-mail, el telemarketing, algún stand en el evento central del rubro y a lo sumo algún aviso gráfico en la revista de su cámara empresaria, y no me digan que con eso no consigo branding. Ningún medio es dueño de la construccción de marca. Eso se hace entre todos,... y se deshace, cuando hay alguno que no encaja en la armonía del conjunto,... y terminamos desafinando. Es cierto que solo unn click no construye marca. Es la sucesión de clicks, contadas por sus protagonistas, y las otras experiencias positivas de contacto con la marca que sepamos generar (activaciones, promoción, prensa y, por qué no, publicidad), lo que construye nuestra personalidad en la sociedad. Y sin personalidad no hay afinidad,... ni odio, a lo sumo indiferencia. El branding está muy bien (pese a lo que diga Jonathan Salem Baskin) porque nos "coloca en sociedad", pero no generalicemos que "sociedad" siempre es la masa anónima de los individuos consumidores de arroz ni que algún medio es el duaño del concepto. Lo que funciona es la integración, y esto solo en función de su efecto final del conjunto en términos de ventas. Or else...
Anónimo ha dicho que…
4. Con todo respeto por Al, lo único que me asegura la publicidad es la tranquilidad de conciencia de haber hecho todo lo que la sociedad tradicional considera posible en términos de marketing. "Hicimos lo que pudimos". Y el barco se hunde igual. El mismo Al Ries escribió y dijo que la publicidad ha perdido su efecto porque ya solo se la percibe como arte, pasivamente. ¿En qué quedamos? ¿Es un seguro, o no? Sin dudas, una campaña de publicidad seria debería plantearse un objetivo de n puntos de conocimiento marcario (en lo posible, top of mind) en un x % de la audiencia meta. Pocas lo hacen, pero ese no es el punto. El punto es que esto tendría sentido si supiéramos en cuánto contribuye a las ventas cada punto de recordación ganado. Pero esto no es cuantificable en todos los casos. Es más, entiendo que los (pocos) intentos realizados para ello no han dado un resultado unívoco. Recuerdo inclusive un estudio de hace más de una década, hecho internacionalmente por Leo Burnett, que mostró que la recordación ni siquiera está correlacionada con la obtención de un Clio. Esto tiene que ver con la visión de Al Ries de la publicidad como arte, pero mucho más tiene que ver con que son muchos los factores que inciden en la venta, y el de la argumentación publicitaria no es de los más confiables en cuanto a resultado, salvo grandes excepciones que normalmente residen en productos de aamplísima difusión masiva. Y, aún así, dudo que alguien se atreva a asegurar a su anunciante una tasa de conversión de $$ publicitarios en $$ de ventas. ¿O me estoy perdiendo algo? Mi punto: si planteamos que el objetivo último de una campaña es obtener top of mind, corremos el riesgo de estar definiendo al branding como un fin en sí mismo. Y no es TAN importante, sino solo un elemento de influencia, no necesariamennte relevante en todos los casos, en lo que realmente queremos conseguir: vender. Solo es admisible, imagino, como objetivo final de una agencia publicitaria, que para eso está... al menos mientras sus clientes (salvo, lo dicho, contadas excepciones) sigan estableciendo sus objetivos sobre la base de creencias generalmente aceptadas, o inclusive opiniones de las esposas de sus presidentes sobre "qué lindo es el comercial que ví hoy", y no de realidades de mercado.

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